Muchas veces, en nuestra rutina diaria, hacemos un sobre esfuerzo cargando un peso excesivo, por ejemplo una maleta o la canasta del mercado. Otras veces sufrimos un sobre estiramiento involuntario por: tratar de alcanzar algo que no está a nuestro alcance, un exceso de ejercicio o una caída producto de un accidente. Y en algunos de estos casos hasta escuchamos un ligero chasquido de nuestros músculos. Resultado de ello, sufrimos una contractura muscular.
Es una contracción involuntaria, de un grupo de fibras musculares o de un músculo o de un grupo de ellos, ocasionado por algunas de las razones arriba descritas. Los síntomas son: dolor (que usualmente empeora con el movimiento), dificultad para mover el músculo, debilidad muscular, hinchazón, moretones, espasmos y calambres musculares.
La intensidad de la contracción muscular puede ir de leve a intensa y por lo general el parámetro para definirla es la intensidad del dolor.
Las contracturas leves pueden ser tratadas con descanso, para permitir que el músculo se recupere; aplicación de compresas frías colocadas entre 10 a 15 minutos para desinflamar la contractura; uso de rodilleras, muñequeras, tobilleras, pantorrilleras, hombreras etc., de tipo terapéutico (no deportivas pues éstas tienen otra función) que comprimen el músculo, lo que aumenta el flujo sanguíneo que ayuda a reducir el dolor de la inflamación; y si la lesión fuera de una pierna o brazo, elevarlo por encima del corazón para controlar la inflamación. Es lo que se llama el método DECE. La letra D de descanso, la letra E de enfriamiento, la letra C de compresión y la letra E de elevación. Recuerden, el método DECE.
Las contracturas de mayor intensidad requieren de la evaluación y prescripción de un médico especialista. Esto incluye la asesoría de dicho especialista en el proceso de transición hacia la recuperación de la funcionalidad del músculo lesionado.
Amparo Lozano
Directora
Qualita Vita – qv